Acerco un resumen de la nota de Eduardo Zukernik publicada en el update de la Revista Imagen de esta semana.
Cristina y su primera conferencia: bien por las formas, pero el contenido…
A una semana de la sorpresiva convocatoria a conferencia de prensa desde la Presidencia de la Nación en Argentina, los ecos de una decisión oficial inesperada todavía resuenan en el mundillo de los comunicadores.
Aunque la mayoría coincide en que el desafío que asumió Cristina Fernández rompiendo con cinco años de “estilo K”, sin conferencias de prensa, se centró en disputar la tapa de los diarios del domingo con la Sociedad Rural, otros consideraron que fue el primer paso para poner fin a los largos monólogos desde el atril de la Casa Rosada, como única forma de contacto con la sociedad.
Desde el wing oficial, la consultora Analía del Franco, de Analogías Research, una de las asesoras de la presidenta Fernández de Kirchner, asegura que el sorpresivo acto de otorgar una conferencia de prensa abierta con preguntas de medios críticos al gobierno (La Nación, Clarín, entre otros) fue testeada mediante encuestas y habría servido para mejorar su imagen. “Recibió tanta aprobación como el día de su asunción, el 10 de diciembre, y la inauguración de sesiones del Congreso, el 1 de marzo”, explicó en un debate el domingo en el programa La Hora de Maquiavelo, conducido por Diego Dillenberger por el canal Metro. En esos momentos, los encuestadores coinciden en que su imagen positiva rondaba el 50 por ciento y que luego del conflicto con el campo habría bajado a menos de los 30% actuales.
Las mayores coincidencias de los profesionales de relaciones públicas surgen cuando se compara el impacto de un jefe de Estado dispuesto a contestar preguntas de los periodistas, con aquel escenario repetido que combinaba críticas a opositores y anuncios como el del Tren Bala, que sumaba negativamente en la brusca caída de la imagen del Gobierno.
Revista Imagen consultó a profesionales del sector y algunos, como Federico Rey Lennon, director Rey Lennon & Asoc., no dudaron en afirmar que “desde lo formal se trató de un éxito de la política comunicacional de la administración CFK”.
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La larga exposición de la mandataria ante cada pregunta, a pesar de que la conferencia de prensa insumió más de dos horas, sólo dio lugar a 24 respuestas, entre ellas un escueto “No”, en las que periodistas y políticos leyeron más que definiciones, confirmaciones. A saber: El ex presidente y su esposa conforman una unidad monolítica; las retenciones a los granos, mediante la controvertida resolución 125 que generó una gravísima crisis política, fueron y serán una decisión innegociable; el polémico secretario de Comercio Moreno, denunciado por manipular las estadísticas públicas, seguirá tan firme en su puesto como el proyecto del Tren Bala en la agenda presidencial; del vicepresidente Cobos… ni hablar, y, a pesar de haber perdido más de 30 puntos en la imagen positiva con que arrancó en diciembre pasado, Cristina Fernández volvería a repetir cada uno de sus actos como Presidenta.
Rey Lennon en ese sentido señaló que el discurso de “la Presidenta buscó profundizar la línea discursiva del Gobierno que es básicamente confrontativa y polémica, en el sentido clásico del término y, si por el contrario, la ciudadanía estaba esperando un discurso de cambio de rumbo y búsqueda de consenso, eso no es lo que se observó”.
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Entre quienes aplaudieron la salida al ruedo de la mandataria, la ex funcionaria consultada hizo un balance de aciertos y errores en la conferencia de prensa. “El acierto fue la amplia convocatoria a los medios y la disposición de la Presidenta a contestar sin eludir temas, me resultó desacertada la conducción de parte del vocero”, redondeó.
Rey Lennon en cambio, profundizó el enfoque en la cuestión profesional: “Corregiría cierta facilidad al tuteo de la Presidenta y cierta desubicación del vocero que oficiaba de presentador, como la referencia al ex-ministro Cavallo cuando le toco el turno a la periodista Valeria Cavallo. Una conferencia de prensa de un Presidente es un acto institucional y por ende debe responder a un protocolo de seriedad; no es una comunicación distendida con periodistas amigos, tipo CQC”.
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Una de las observaciones más escuchadas en la voz de expertos y periodistas locales y extranjeros apuntó también al desempeño de Cristina Fernández. El académico Rey Lennon reclamó “mayor preparación en las preguntas sobre temas controvertidos, sobre todo cuando le preguntaron sobre el INDEC. Me pareció que dio demasiadas vueltas sin ser clara en su mensaje. Creo que esa tendencia a improvisar y hacer gala de su retórica, típica de discusión parlamentaria, no la ayuda a ser concreta en una situación como la que plantea una conferencia de prensa”.
Miguel Nuñez, alguien que llevaba cinco años cargando con un mote que circulaba en las redacciones que lo señalaba como “el vocero mudo”, en este debut conduciendo el intercambio de Cristina Fernández con la prensa local y extranjera, no obtuvo precisamente buenas críticas. La ex funcionaria pidió que en el futuro (las conferencias de prensa) “las coordine alguien que conozca a los periodistas, tanto locales como a los corresponsales y, además, debería acordar con ellos la lista de quienes preguntarán”.
Una cuestión que tiñó de incoherencias el decurso de las preguntas y respuestas fue el saltar de un tema a otro, aunque fueran totalmente disímiles. Precisamente por allí llovieron las críticas a los hombres de prensa quienes, salvo el corresponsal de la CNN, Javier Doberti, que prefirió ceder su pregunta para reiterar la que había quedado sin responder a su antecesor, la mayoría fue víctima de la improvisación y de la prohibición de efectuar repreguntas.
Acaso una de las fallas (probablemente una estrategia de la Casa Rosada) fue mezclar la agenda de los acreditados de la prensa extranjera con los periodistas locales. Así lo vio Rey Lennon al responder sobre el desempeño de los hombres de prensa. “Es difícil cuando se mezclan periodistas locales y corresponsales extranjeros que tienen intereses diferentes y, además, con un tiempo límite y sin posibilidad de repreguntar. Para enfrentar estos problemas –sugirió- los periodistas deberían haber encadenado las preguntas para poder ‘repreguntar’ y no como sucedió que cada uno iba con su propia pregunta sin importarle la respuesta anterior”.
La consultora que prefirió el anonimato fue contundente al referirse a la tarea de los colegas: “Me resultó decepcionante, tanto por el tenor de las preguntas como por no haber aprovechado para repreguntar el periodista siguiente. Estaban atados a la pregunta que traían de antemano”, remató con disgusto.
Apenas tres días después, cuando el resultado del primer encuentro en cinco años entre la prensa y el Gobierno era leída como un triunfo en Balcarce 50, el entorno de asesores de la Presidenta buscó una excusa para un nuevo contacto con los medios, esta vez no masivo, para explicar por qué no viajó a Bolivia.
Fueron 72 horas en las que el Gobierno decidió cambiar el rumbo comunicacional iniciado hace 63 meses. Habrá que ver si las periódicas convocatorias a la prensa, que desde el oficialismo prometieron incorporar a la agenda presidencial en el futuro, le permiten a la Jefa de Estado construir algo más que un gran escenario mediático.
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