Seguramente lo que sigue es una crónica personal a la que muchos lectores suscribirán. Me compré un nuevo TV (o debo decir con sinceridad, como suele suceder, lo compró mi mujer). Un soberbio 29" Samsung Flat (muy cool).
Por supuesto, la elección no fue sencilla, muchos modelos, muchos tamaños, precios diversos, características diversas. Aquí uno comprende bien eso del miedo a la libertad o lo de la nausea sartriana. ¡Qué complejo es ejercer la libertad de elección!
Una vez que uno ha elegido, bajo la dedicada atención de un vendedor "especializado" (que uno sospecha sabe menos de TVs que mi hijo más pequeño) la bendita TV llega al hogar en un embalaje de cartón espantoso, en el que el diseño tan cuidado del aparato parece haber desaparecido. Primera cuestión: ¿cuesta tanto diseñar una caja de cartón que cumpla con cánones estéticos acordes al equipo que uno acaba de adquirir? Pero bueno, me dirá más de uno, es sólo una caja, luego la tirás, alguien la recoje y se recicla.
Claro que el tema no termina ahí. Uno pretende consultar el manual operativo, para saber como operar tamaña bestia televisiva. Horror, no encuentro nada parecido a un manual. Uno comienza a ponerse nervioso, están los hijos y la mujer mirando y uno al fin y al cabo es el hombre de la casa que se supone todo lo resuelve. Todos quieren ver como funciona la nueva y brutal TV y uno no sabe por donde comenzar.
Por suerte no tiré aún la horripilante caja (esa sí que es una caja boba) y al fondo, debajo de los consabidos pedazos de telgopor, encuentro un papel doblado en ocho, impreso solo en negro, con cuerpo 9 y unos esquemas muy minimalistas.
Ese, uds. ya lo adivinan, era el manual, que también contenía, haciendo gala de multiuso, la garantía. Recordé aquello de la Gestalt, menos es más, pero no creo que ese adagio se haya pensado para justificar la pobreza del consabido manual.
Una vez desplegado cual mapa de turista perdido en Bagdad, viene el intento de comprenderlo (y ojo que no estaba escrito en árabe). Una tarea de análisis semiótico digna de un estudiante de la Sorbone. Qué síntesis, amigos, qué hermetismo (otra que poesía minimalista). Tarde 30' en descubrir como desplegar el menú en pantalla y poder recorrerlo. debo confesar que la mayoría de las 54 funciones no sé aún para qué carajo sirven, ya que están descriptas con simpáticas siglas NUM; ST; KRX, ITRS, y así.
Tanto diseño cool en el exterior de la TV en cuestión pero en el manual el diseño está ausente. Claro, don Samsung sabe que yo ya compré el equipo y que ya lo pagué, ¿para qué gastar en desarrollar un manual adecuado a la incompetencia del cliente? Si no sabe, pregúntele a un amigo Techi que para eso sirven, ¿no?
Ya me lo había dicho una vez el viejo y querido Joan Costa, "el diseño termina antes de la caja de embalaje".
¿Y el servicio al cliente don Samsung?
1 comentario:
En clave humorística, reflexioné: De la misma manera en la que los funcionarios políticos nos subestiman a los ciudadanos, creo que Samsung hace todo lo contrario: sobreestiman nuestra capacidad de ingenio. Cuan equivocados están!
Saludos Fede!
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