Paul Zak |
En un experimento, el neuroeconomista Paul J. Zak señala que el uso de redes sociales aumenta nuestro bienestar, haciéndonos más confiables y generosos.
Las redes sociales online tienen el estigma de ser frías, por la ausencia de contacto personal. Las interacciones puramente virtuales parecieran dejar de lado las emociones. Sin embargo, Twitter colapsó después de cada gol en los partidos más esperados del Mundial de Sudáfrica. En momentos de euforia, queremos compartir nuestra emoción con otros y contagiarlos, una tarea que Twitter facilita enormemente.
Así, lejos del estigma del aislamiento y frialdad que persigue a las redes virtuales, relacionarnos a través de éstas nos haría no sólo compartir, sino también experimentar emociones intensas.
La responsable sería la oxitocina, una hormona crucial en la empatía y el apego entre los seres humanos y que explica, entre otras cosas, el fuerte lazo entre una madre y sus hijos.
Paul J. Zak, profesor de economía y uno de los fundadores del Centro de Estudios de Neuroeconomía de la Universidad de Claremont en los Estados Unidos, ha llevado el estudio de esta hormona un paso más allá. Hace años la promueve como el "pegamento" que une a las familias y las sociedades.
Por este entusiasmo, Zak propuso al periodista Adam Penenberg un simple experimento para probar la nueva arista de su teoría. El periodista debía quedarse solo en una sala, interactuando con otras personas a través de Twitter durante 10 minutos.
Twitter reduce el estrés
Adam llegó al laboratorio a las ocho de la mañana e inmediatamente se le extrajo una muestra de sangre. Durante los siguientes 10 minutos, se comunicó con sus seguidores en Twitter, escribió respuestas y envió y recibió mensajes directos. Es decir, se comportó como un sencillo twittero.
Pasado este tiempo, el equipo de Zak le extrajo una nueva muestra de sangre. Entre la primera medición y la segunda, sus niveles de liberación de las hormonas del estrés, cortisol y ACTH, habían bajado 10,8% y 14,9%, respectivamente, y su producción de oxitocina había aumentado 13,2%.
En términos concretos, estos números señalan que la interacción en la red social había relajado a Penenberg y lo había hecho aumentar su sensación de cercanía con la comunidad.
Por supuesto, esta consecuencia social es reconfortante, pero no es lo único. Esto también podría significar una reducción del riesgo de accidentes cardiovasculares, como infartos cerebrales y al corazón, asociados, según otras investigaciones, a la falta de apoyo social de quienes los padecen.
La investigación demuestra que, en contra de lo que pudiéramos pensar, a la hora de relacionarnos con otros, no distinguimos entre el contacto real y el que permite la web.
"El cerebro parece ver la interacción virtual como si las personas estuvieran junto a nosotros. Twitter no es diferente en este sentido de otras redes sociales, de modo que es posible que estos resultados sean extrapolables a los que podrían obtenerse en otras, como Facebook", dice Zak.
Más confiables y generosos
Lo que hace que sigamos experimentando más emoción a través del cara a cara es "el 'ancho de banda' de esta forma de comunicación, que incluye lenguaje corporal, expresiones faciales e incluso olores, que afectan la información que recogemos de otros", argumenta Zak.
Con nuevos avances tecnológicos, agrega, las relaciones sociales presenciales podrían ser reemplazadas por las virtuales, en la medida en que contemos con representaciones humanas más cercanas a la perfección, como hologramas que engañen a nuestro cerebro mejor de lo que hoy lo hacen los mensajes que enviamos a través de la computadora o los celulares.
La liberación de altos niveles de oxitocina es particularmente evidente en la vida cotidiana de las mujeres y en el comportamiento de los adictos a las redes sociales.
Por eso, lejos de criticar a quienes no pueden despegarse de los aparatos que les permiten saber qué están haciendo sus amigos, Zak los ve como privilegiados. El uso de las redes sociales puede hacernos más proclives a conectarnos con otras personas y liberar oxitocina en la vida real.
Zak concluye: "Mi investigación ha mostrado que la oxitocina nos hace más confiables y generosos, lo que significa que usar redes sociales puede convertirnos en mejores personas".
Fuente: Materia Biz
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