Comentario sobre la nota publicada en Argentina el 01/10/2006 - por el diario Página/12 - Pág. 20-21. Nota de Pedro Lipcovich.
DENUNCIA CONTRA LOS LABORATORIOS POR SUS ESTRATEGIAS DE MARKETING Y PR PARA VENDER MEDICAMENTOS
La nota reproduce la denuncia de los APM (agentes de propaganda médica, los "visitadores médicos") ante el Congreso argentino en la que aseguran que la industria farmacéutica "coimea" y "entrega prebendas" para que los médicos receten sus productos. Hasta hay sorteos y "raspaditas". Y mencionan firmas y profesionales con nombre y apellido. Una vieja práctica que no es novedad, aunque sí es novedoso que el tema llegue de esta manera al Congreso y a la opinión pública en general.
Una fórmula tan común, una práctica recurrente en este ámbito que ya nos parece a quienes estamos en el ámbito de las comunicaciones éticamente correcta. La presentación de la Asociación de Agentes de Propaganda Médica, efectuada ante el Congreso de la Nación, señala que "contratan médicos líderes para promocionar nuevas drogas mediante notas seudocientíficas". También para los médicos no mediáticos habría "contribuciones" (monetarias) a veces bajo pretexto de supuestos estudios científicos.
Es sabido que el control de lo que los médicos efectivamente recetan se hace mediante "auditorías" efectuadas por los mismos laboratorios gracias a un acceso a información confidencial de obras sociales y farmacias.
La nota del diario señala que "la denuncia involucra a laboratorios nacionales e internacionales, nucleados en las tres cámaras empresarias. Algunas empresas extranjeras, a causa de que las normas de sus países de origen les impiden este tipo de procedimientos, tercerizarían la promoción de los productos nuevos en laboratorios nacionales, que no tienen trabas para estas prácticas."
Según la denuncia de los APM, "importantes sociedades científicas" participan en "notas seudocientíficas en medios de difusión", que en realidad "son publicidad paga" para la que "se contratan médicos líderes de opinión con el único objetivo de promocionar nuevas drogas de alto costo". Un caso sería el de "una doctora de la Sociedad Argentina de Reumatología, que al mismo tiempo es gerenta de producto para artritis reumatoidea del laboratorio John Wyeth; desde ese cargo, contribuye a la venta del producto Enbrel, cuyo valor de tratamiento es de 4000 pesos mensuales".
El secretario de Acción Social de la Asociación de Agentes de Propaganda Médica (AAPM), José Charreau, añadió algunos nombres: "Es difícil que se presente una nueva vacuna sin que, antes, aparezcan notas en los medios donde infectólogos como Daniel Stamboulian o Roberto Debbag hablan de las bondades del producto. El producto puede ser bueno, pero tal vez no sea lo más adecuado asignarle recursos públicos o de obras sociales que podrían ir mejor a otras enfermedades. Lo cierto es que esto no es gratis: de los laboratorios que venden vacunas o antibióticos, no hay ninguno que no tenga recibos por pagos al Funcei", la Fundación Centro de Estudios Infectológicos, que dirige Stamboulian. El infectólogo Daniel Stamboulian reconoció que la Fundación Centro de Estudios Infectológicos (Funcei), que preside, ha recibido sumas de laboratorios pero aclaró que es "por trabajos de educación médica: tomamos medicamentos, como antibióticos o vacunas, para establecer sus pros y sus contras, con independencia del laboratorio"; además, como presidente del Funcei no cobro un peso: lo cobra la fundación, que está controlada por las autoridades.
Si bien es una práctica habitual, "la inducción económica a los profesionales de salud para la prescripción de productos se ha exacerbado a niveles increíbles –sostiene Charreau–: antes, se trataba sólo de contribuciones para estudios, viajes, becas: hoy la coima es directa. Esto se aplica en especial a determinados productos que, por su alto costo, son de especial interés para los laboratorios: directamente se le ofrece al médico una suma, veinte, treinta, cincuenta pesos por cada prescripción."
¿Cómo intervienen en este procedimiento los agentes de propaganda médica? "Cada visitador debe detectar, en su zona, cuáles son los médicos de mayor potencial, porque atienden mejores obras sociales o tienen mucho caudal de pacientes; de éstos, hay que establecer cuáles son más permeables." En las reuniones de trabajo con los agentes de propaganda médica, "se los consulta en qué médicos ‘invertir’ y se asignan sumas para cada uno". No es que el doctor "permeable" se adscriba sólo a un laboratorio. "Toma lo que le ofrece uno y también lo que le ofrece el de la competencia –precisa Charreau–. Este sistema se ha hecho carne en nuestro medio, es muy difícil modificarlo."
Además de las "contribuciones directas", los médicos son remunerados por "estudios seudocientíficos", según Charreau. Un laboratorio, por ejemplo, sorteaba un auto entre cien números, que se otorgaban de este modo: si el médico prescribía un tratamiento, recibía un número; si prescribía dos, dos números; con diez prescripciones obtenía diez de los cien números, etc.
El documento de la AAPM también denuncia los "tratamientos compartidos: el médico prescribe una droga recientemente aprobada y, junto con la prescripción, le da al paciente un número de teléfono del laboratorio: si el paciente llama, le enviarán otro envase del mismo medicamento, gratis. Esto nos lleva a la pregunta de cuál es el precio real del medicamento: si entregan dos por uno y siguen ganando, quiere decir que el medicamento fue aprobado con un valor de venta que es, como mínimo, el doble del real".
¿Será este el fin de una práctica de marketing y PR que siempre estuvo muy cerca de quebrar el límite de la ética profesional?
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