lunes, abril 30, 2007

La ‘comentocracia’ versus la ‘encuestocracia’

Por Manuel Mora y Araujo
(Argentina - 30/04/2007 - El Cronista - Pág. 15/Sección: Opinión)

Comentaristas políticos y encargados de realizar encuestas -llamados coloquialmente ‘encuestadores’- suelen ser sospechados de favorecer a algún sector en particular, y además compiten entre ellos. Un espíritu más cooperativo entre ambos grupos beneficiaría al público, y aportaría a la credibilidad de lo que están ofreciendo

Es bastante común desde hace algún tiempo en los análisis políticos difundidos en los medios de prensa que ellos contengan comentarios descalificatorios de las encuestas de opinión, de algunas o de todas. Cuando se descalifica a algunas, habitualmente se sugiere o se plantea explícitamente que son las pagadas por el Gobierno; el argumento es que puesto que esas encuestas arrojan resultados más favorables al Gobierno que otras, entonces debe inferirse que están pagadas por el Gobierno. No pocas veces, el argumento es vicioso: se atribuye a una encuesta que está pagada por el Gobierno no porque se disponga de dicha información sino porque sus resultados lo favorecen. Cuando se descalifica a todas las encuestas, no es exagerado afirmar que es porque todas las encuestas muestran números favorables al Gobierno; ahí deja de haber encuestas pagadas o no por el Gobierno, son todas de la misma clase.

La idea de que las encuestas son extremadamente influyentes en la opinión pública y que eso es algo negativo para la calidad de la vida política es muy universal. En todas partes hay críticos que cuestionan la validez del método de la encuesta por muestreo. Y hay quienes, sin llegar hasta allí, expresan preocupación por el efecto maligno de la difusión de encuestas a través de la prensa; piensan que los resultados de las elecciones, la imagen de los gobiernos y de los dirigentes políticos y, en general, las opiniones de la gente y sus preferencias son en medida importante influenciadas y moldeadas por las encuestas.

En la Argentina de nuestros días esa idea subyace a los comentarios descalificadotes de las encuestas, pero a ella se agrega la suspicacia frecuente de que no solo son perniciosamente influyentes sino que además son mentirosas, ‘truchas’.

Los ‘encuestadores’ – como se llama coloquialmente a los especialistas que dirigen la ejecución de encuestas – tienen una visión más ingenua. Piensan que la gente opina lo que opina, prefiere lo que prefiere y juzga lo que juzga, y que las encuestas reflejan ese estado de las opiniones y las preferencias, pero no las forman. Son muy escasos los encuestadores que piensan que los resultados de sus trabajos modifican en grado significativo las opiniones de la gente o sus intenciones de voto.

Al conjunto de los analistas políticos se está dando en llamarlos la ‘comentocracia’ -creo que fue el mexicano Jorge Castañeda quien acuñó esa expresión-. Al conjunto de los que hacen encuestas la gente normalmente los llama los ‘encuestadores’, pero bien les valdría ser bautizados como la ‘encuestocracia’. A unos y a otros, muchísima gente, y en particular muchísimos dirigentes políticos, les atribuye un enorme poder. Pero desde hace un tiempo es raro percibir algún tipo de colusión oligopólica entre estos dos grupos de poder; más bien parecen estar en competencia. A lo sumo, existen algunas superposiciones porque existen personas que forman parte de las dos clases, son encuestadores y también comentaristas (quien esto escribe es un ejemplo de ello). Y se han dado casos de comentaristas que intentaron incursionar en la producción de encuestas (a menudo con muy malos resultados).

La comentocracia tampoco está exenta de sospechas. Muchas personas piensan que los comentaristas disfrazan sus propias preferencias bajo el ropaje de los análisis y que buscan influir en las opiniones de la gente. Desde la encuestocracia, se suele señalar que no pocas veces los comentaristas se equivocan en sus pronósticos, los cuales carecen de bases estadísticas. Y que no siempre son neutros; el consultor Jaime Durán -quien es también un analista-dijo en un reciente congreso de expertos en Colonia que "cuando se habla de temas electorales incluso los intelectuales más sofisticados pierden la cabeza porque suelen ser más militantes que la gente común".
El público valora los aportes de unos y de otros, de los comentaristas y de los encuestadores (las mismas encuestas son elocuentes al respecto). Casi siempre, las críticas a ellos son realmente infundadas. Un espíritu más cooperativo entre ambos grupos beneficiaría al público, los alimentaría en mayor medida a ambos y aportaría a la credibilidad de lo que están ofreciendo.



Manuel Mora y Araujo es uno de los más importantes analistas políticos de la Argentina. Director de Ipsos-Mora y Araujo

Pegado de
http://www.reporteinformativo.com.ar/Web5/nota.aspx?idposicion=1&idnota=39725506¤tpage=0&contextkey=c3f89b9f-d913-4c22-ac3b-4a21dbef3869

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