Ayer, ya pasadas las 20 horas, luego de un día agotador asistí a una nueva jornada del Programa de Comunicación Institucional que dirijo en la UCA. Al cierre de una excelente mesa redonda en la que participaron tres enormes DirComs argentinos (Enrique Federico de Daimler-Chrysler; Gustavo Pedace de Camuzzi Gas y Javier Bartoli Piñero de Microsoft) se me ocurrió una manera lingüística de explicar aquello de las medias verdades en las relaciones públicas. Intentaré reproducir lo que dije en un rapto de lucidez inusitado:
Lacan sostenía que el lenguaje humano era pura metáfora y metonimia; es decir por un lado eufemismos y por el otro describir el todo por una de sus partes. Cuando incluimos una "media verdad" en nuestro discurso institucional estamos dentro de los cánones de la metonimia. Es decir, describimos la Verdad en cuestión por una de sus partes. Ahora bien, el límite lingüístico (extendible al plano ético) para el uso de estas "media verdades" está dado cuando esa parte ya no hace referencia o no describe adecuadamente al todo.
Era algo así, creo.
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